La Antropología es una ciencia que se encarga de estudiar la realidad del ser humano a través de un enfoque holístico que hace de algo tan simple como un todo y aborda esta temática del ser humano a través de los diversos enfoques como las ciencias naturales, sociales y humanas. Por lo tanto la Antropología empieza hacer la ciencia de la historia.
La Antropología surgió
como campo diferenciado de estudio a mediados del siglo pasado. En Estados
Unidos, el fundador de dicha disciplina fue Lewis Henry Morgan, el cual
investigó en profundidad la estructura y principios de la antigua liga
iroquesa. Morgan elaboró en su estudio “La sociedad primitiva” (1877) una
teoría general de la evolución cultural como progresión gradual desde el estado
salvaje hasta la barbarie (caracterizada por la simple domesticación de
animales y plantas) y la civilización (iniciada con la invención del
abecedario). En Europa, su fundador fue el erudito británico Edward Burnett
Tylor, quien construyó una teoría sobre la evolución del hombre que prestaba
especial atención a los orígenes de la religión. Tylor, Morgan y sus
contemporáneos resaltaron la racionalidad de las culturas humanas y
argumentaron que en todas las civilizaciones
la cultura humana evolucionó hacia formas más complejas y desarrolladas.
(Vaquero P.s/f)
Sin embargo, conforme las
preguntas sobre el pasado se fueron ampliando y fue evidente que el mito, la
religión y lo que los hombres del pasado escribieron de sí mismos, no pudo dar
respuestas a tantas cuestiones.
Por supuesto se tuvo que
buscar nuevas vías de conocimiento y una de ellas fue hallar literalmente el
pasado, o mejor dicho su cultura material y así es como va naciendo la
Arqueología.
La Antropología
Arqueológica (más simplemente, “Arqueología”) reconstruye, describe e
interpreta el comportamiento humano y los patrones culturales a través de
restos materiales. En los sitios donde viven o vivieron personas, el arqueólogo
encuentra artefactos, objetos materiales que los humanos construyeron, usaron o
modificaron como herramientas, armas, sitios de acampar, edificios y basura.
Los restos de plantas y animales, así como la basura antigua, cuentan historias
acerca del consumo y las actividades. Los granos salvajes y domesticados
presentan diferentes características, lo que permite a los arqueólogos
distinguir entre recolección y cultivo. El examen de huesos animales revela las
edades de los especímenes sacrificados y también ofrece información útil para
determinar si las especies eran salvajes o domesticadas, (Kottak, P.2011).
Al analizar tales datos,
los arqueólogos responden muchas preguntas acerca de las economías antiguas.
¿El grupo conseguía la carne de la cacería, o domesticaba y criaba animales, y
los mataba sólo si tenían cierta edad o sexo? ¿Los alimentos vegetales
provenían de plantas salvajes o de la siembra, la atención y la cosecha de
cultivos? ¿Los residentes elaboraban, comerciaban o compraban artículos
particulares? ¿Localmente había materias primas disponibles? Si no, ¿de dónde
provenían? A partir de tal información, los arqueólogos reconstruyen patrones
de producción, comercio y consumo.
Los arqueólogos pasan
mucho tiempo estudiando fragmentos de vasijas de cerámica o alfarería. Las
vasijas son más duraderas que muchos otros artefactos, como los textiles y la
madera. La cantidad de fragmentos de alfarería permite estimar el tamaño y la
densidad de la población. El descubrimiento de que los alfareros usaban
materiales que no estaban disponibles localmente sugiere sistemas de comercio.
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